Fumar MA–TA, por Pepe Morales

fuma mataHace casi un siglo, Hollywood convenció a la humanidad de que fumar era cosa de machos y mujeres seductoras. Fue tan convincente que se iniciaba en el vicio a los niños con dos añitos regalándoles un paquete de cigarrillos de chocolate en fechas y fiestas señaladas como complemento a otras regalías. Con ocho o diez años, había papás que daban a sus chavales una caladita del cigarro como gracia ante los asistentes a cualquier evento. A partir de ese momento, la adicción y el síndrome de abstinencia se encargaban del resto.

Es preocupante que la juventud sea más precoz al fumar cada día que pasa. El Informe Anual del Sistema Nacional de Salud de 2022 apunta a que el 18,3% de la población de 15 a 24 años fuma a diario y que el porcentaje más elevado de fumadores se encuentra entre los 25 y los 34 años (26,3%). El mismo informe recoge que la prevalencia de consumo diario de tabaco en hombres es del 23,3% y en mujeres del 16,4% y relaciona el consumo con el nivel de educación, más elevado en el nivel básico e inferior que en el superior.

La American Cancer Society señala que cada cigarro aporta al organismo 7.000 sustancias químicas, algunas de las cuales pueden producir cáncer: nicotina, plomo, arsénico, ácido cianhídrico, aldehído fórmico, amoniaco, uranio, polonio, benceno, monóxido de carbono, nitrosaminas, hidrocarburos… Por su parte, un estudio de la Universidad de Murcia advierte de que el humo que desprende la combustión del tabaco contiene 400 sustancias químicas muy tóxicas, unas 50 cancerígenas y 12 gases tóxicos que afectan al fumador pasivo.

La Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica cifra el coste sanitario directo producido por las cinco enfermedades más importantes relacionadas con el tabaco (cáncer de pulmón, enfermedades coronarias, enfermedad cerebrovascular, EPOC y asma) en casi 7.000 millones de euros al año. Frente al gasto, la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria calcula que la recaudación por impuestos, especiales e IVA, que gravan todas las labores del tabaco es de 9.000 millones, 6.682 de ellos sólo por su venta.

Algo muy similar sucede con la otra droga más consumida en España, el alcohol, tanto en los ritos de iniciación al consumo como en su consideración social, su coste sanitario y su aportación fiscal a las arcas del estado. Ambas adicciones generan debates sobre las medidas a adoptar para minimizar su negativo impacto social. De un lado, la ideología conservadora antepone con firmeza la “libertad” del mercado; del otro, la progresista prioriza la salud individual y colectiva. Se manipula mejor a las personas si se mantiene su adicción.

Un gobierno progresista abogó por reducir el límite de alcohol en sangre para conducir y el PP se lanzó en tromba en contra de la medida. Zapatero tuvo la “ocurrencia” de prohibir fumar en espacios públicos y recibió una andanada de improperios por parte de la derecha política y económica que sirvió al PP para captar el voto del cáncer y la cirrosis. Sánchez propuso un confinamiento ante una pandemia de proporciones bíblicas y Ayuso enarboló la bandera de los bares y las terrazas, ya saben: socialismo o cervezas… y 7.291 muertes.


De nuevo, un gobierno más o menos progre propuso hace días ampliar los espacios libres de humo y, de nuevo, la derecha mostró su oposición. Esta vez, el excelente resultado de la Ley Zapatero y su proyección internacional (¡hasta New York!) han bajado los humos a la tóxica e infumable derecha, de modo que las comunidades que gobiernan han avalado, todas, la medida. Eso sí, presentando como triunfo propio que se debata la autorregulación de los espacios sin humo. Lo mismo de siempre: la economía por encima de la salud.

Pepe Morales

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