GOBIERNO NO DEMOCRÁTICO (III): SOCIEDAD CIVIL VERSUS POPULISMO, por Fernando M. García Nieto

grupo puebla“Si los hombres que viven en los países democráticos no tuvieran ni el derecho ni el gusto de unirse con fines políticos, su independencia correría grandes peligros, pero podrían conservar durante largo tiempo sus riquezas y su cultura; mientras que, si no adquirieren la costumbre de asociarse en la vida ordinaria, la civilización misma estaría en peligro. Un pueblo en el que los particulares perdieran el poder de hacer aisladamente grandes cosas sin adquirir la facultad de producirlas en común volverían pronto a la barbarie”. (La Democracia en América, Tocqueville, 1835)


    En la deriva antidemocrática de un país tiene un papel clave la fortaleza de la sociedad civil, ese tejido de organizaciones creadas por la gente que se asocia para ayudar a definir y promover sus propios intereses. Estas asociaciones no son necesariamente de carácter político. Pueden ser empresariales, sindicales, profesionales, deportivas, culturales, artísticas, gastronómicas, etc.


    La sociedad civil es crucial para la vida democrática, como hemos dicho, porque permite a los individuos organizarse, articular sus preferencias y construir redes de interrelación que trascienden las divisiones económicas, sociales o políticas de una sociedad, cohesionándola.  La viabilidad y la salud de nuestras democracias dependen de una sociedad civil fuerte y vibrante. Este tejido de asociaciones es un campo de pruebas de la democracia y sientan la base de las   futuras instituciones democráticas.


    En los sistemas autoritarios se puede palpar la debilidad de la sociedad civil o incluso su práctica ausencia. Quienes ostentan el poder, o quienes quieren acapararlo, adoptan medidas activas para absorber, controlar o destruir cualquier forma de acción independiente del Estado o no sancionada por este. También hay casos en que la sociedad civil apenas cuenta con precedentes en un país o se ve obstaculizada por divisiones étnicas o de otro tipo de fracturas sociales o políticas. Este es el caso de los países del este de Europa tras el derrumbe de la Unión Soviética o de los países africanos independizados después de 1945. Los primeros por haber vivido tantos años bajo el totalitarismo comunista y los segundos por las fronteras que se trazaron de forma caprichosa en la Conferencia de Berlín en 1885.


El resultado es una sociedad que concibe al Estado como el principal, o incluso el único, ámbito de organización social, y que se centra en hacerse con el control del Estado en vez de construir instituciones fuertes al margen de este, conservando la costumbre social y política de su pasado totalitario y/o colonial.


    Este énfasis en el Estado en ocasiones viene de la mano del populismo. El populismo no es una ideología concreta, hay populismos de izquierda y de derecha. Sus líderes derivan su poder de un planteamiento anti institucional. Lleva aparejada la idea de que las élites y las instituciones políticas establecidas no representan la voluntad popular, y que un nuevo movimiento “libre de ideología” y dirigido por un líder carismático, puede marcar el comienzo de “un nuevo orden”. A todos se nos erizan los poros de la piel con estas palabras y lo que evocan en nuestra mente al recordarnos hechos históricos execrables del siglo pasado.


Según los populistas “la gente necesita recuperar el Estado y situarlo en el camino correcto”. Este problema no tiene por qué desembocar obligatoriamente en un resultado antidemocrático, pero, sin embargo, puede desestabilizar las prácticas democráticas de un sistema político y sentar las bases para que lleguen al poder líderes antidemocráticos.


    Por último, hay que señalar que la sociedad civil se puede, también, desarrollar en un régimen democrático reforzando tendencias antidemocráticas. Muchos países libres acogen en su sociedad organizaciones activas con estas tendencias, grupos y asociaciones que defienden la preeminencia de los derechos de un grupo social, étnico, o religioso, por encima de todos los demás, como, por ejemplo, los grupos anti musulmanes de Estados Unidos o de otros países occidentales, algunos grupos indigenistas de América Latina, y otros grupos fundamentalistas repartidos por el mundo.


Estos, aunque nos pese, también son sociedad civil, a pesar de que su discurso, organización interna, y estrategias de movilización y participación política distan mucho de ser democráticas. Una mayor actividad civil de estos grupos puede socavar de facto la democracia cuando sean capaces de persuadir a un número suficiente de personas para que juzguen legítimo el proceso político solamente si sus necesidades específicas son satisfechas marginando a los demás. Este fenómeno se da por ambos lados del espectro político y amparados en un disfraz de juego democrático.

Fernando M. García Nieto

GOBIERNO NO DEMOCRÁTICO (I) 

GOBIERNO NO DEMOCRÁTICO (II) 

GOBIERNO NO DEMOCRÁTICO (III)

GOBIERNO NO DEMOCRÁTICO (IV)

GOBIERNO NO DEMOCRÁTICO (V)

 

GOBIERNO NO DEMOCRÁTICO (II): LAS ÉLITES Y LA MALDICIÓN DE LOS RECURSOS, por Fernando M. García Nieto

MugabeEn las sociedades extremadamente desiguales, quienes monopolizan el poder económico muy probablemente también monopolizan el poder político, esto es así, aunque haya diferencias muy marcadas entre los niveles de desigualdad económica de los diversos países no democráticos. Si comparamos la actual China con el Zimbabue de Robert Mugabe podremos apreciar esta diferencia.


Las élites gobernantes se muestran menos dispuestas a compartir el poder cuando ello les supone perder sus oportunidades económicas. Cuando se da ese caso el estado se convierte en un instrumento para desviar recursos y mantener el control de la riqueza nacional. Y la amenaza de una revolución con el consiguiente cambio de las élites puede hacer improbable que estos sistemas políticos proporcionen un mínimo de participación, competencia y libertades políticas a sus ciudadanos.


Una variante de este argumento es la teoría conocida como “la maldición de los recursos”. Los recursos naturales pueden constituir una fuente de gran riqueza, entonces, ¿por qué tantos países ricos en recursos son subdesarrollados o no democráticos? La respuesta está en esa misma riqueza, porque la abundancia de recursos naturales puede constituir un obstáculo para la democratización.


En esos países los recursos del subsuelo proporcionan a los líderes políticos la riqueza necesaria para mantener y administrar el estado sin necesidad de cobrar impuestos. Quienes ostentan el poder no necesitan proporcionar a los ciudadanos la contraprestación de la representación y la participación política a cambio de impuestos. Como no necesitan cobrárselos a la gente, piensan que pueden desatender en la práctica las demandas políticas de esa misma gente.


Pero es peor aún. La abundancia de recursos naturales puede llegar a obstaculizar el desarrollo de una economía moderna y de una clase media fuerte, porque ambas cosas no interesan a quienes tienen el poder y de hecho son una amenaza para su posición de dominio. Como ya dijimos en otro artículo, sin clase media no hay democracia. Y de este modo la riqueza termina extremadamente concentrada en manos de quienes ejercen el gobierno. Y como los recursos naturales no son trasladables porque están integrados en la tierra, los que mandan saben que si renuncian al poder, no podrán llevarse consigo esos activos.


En tales condiciones el gobierno no democrático es capaz de auto subvencionarse eficazmente siempre que los recursos duren y sean demandados en el Mercado global. Petróleo, diamantes, madera, metales, tierras raras, etc. son ejemplos de “la maldición de los recursos”. Si estos recursos tan importantes y codiciados se encuentran antes de que un país se democratice, esa nación tendrá graves dificultades para la apertura democrática. Pongamos un ejemplo de todo esto.


Zimbabue es un país fallido pese a su gran potencial. Ha experimentado un largo periodo de mala gestión gubernamental y declive económico, alcanzando la tasa de inflación más alta del mundo en 2008 con un 230.000.000 %. Sin embargo, mientras el país afrontaba tan graves dificultades económicas, el presidente Mugabe seguía manteniéndose en el cargo desde 1980. Finalmente sería derrocado en 2017 por un golpe de estado a manos de su propio partido, la Unión Nacional Africana de Zimbabue- Frente Patriótico. ¿Cómo pudieron mantenerse en el poder Mugabe y su partido en un entorno de tanta tensión y ruina?


La respuesta esta en los yacimientos diamantíferos de la región de Marange, que no empezaron a explotarse hasta 2006. Fueron nacionalizados, lo que proporcionó al estado la oportunidad de obtener cientos de millones de dólares. Estos recursos deberían haber constituido un salvavidas para Zimbabue, pero la mayoría de este dinero sirvió para financiar un gobierno paralelo. Los derechos de extracción y las empresas quedaron en manos de la Organización Central de Inteligencia de Zimbabue, una policía secreta leal a Mugabe, y altos cargos del Ministerio de Defensa, de las fuerzas armadas y de la policía.


Esos ingresos insuflaron vida al partido gobernante y las instituciones de seguridad que controlaba. Los fondos se destinaron a financiar el bloqueo de los medios de comunicación independientes, ejercer la coacción sobre la oposición, y sobornar a determinados individuos y líderes tribales para garantizarse apoyos en las elecciones. La riqueza diamantífera trajo nuevas oportunidades de corrupción dentro del aparato del estado y el propio gobierno. Se convirtió en un desincentivo para dejar el gobierno en manos de la oposición, en una maldición para el país.

 

Fernando M. García Nieto

GOBIERNO NO DEMOCRÁTICO (I) 

GOBIERNO NO DEMOCRÁTICO (II) 

GOBIERNO NO DEMOCRÁTICO (III)

GOBIERNO NO DEMOCRÁTICO (IV)

GOBIERNO NO DEMOCRÁTICO (V)

Tengo miedo, por Pepe Morales

concentraciones aministia psoeEn los 70, los mayores advertían sobre unos peligros que la juventud no percibía ni creía posibles más allá del imaginario colectivo de un país que esperaba impaciente la muerte del dictador. Se hablaba de detenciones ilegales, de torturas en lóbregos cuarteles, de palizas a manos de los “hijos del régimen” y de ruina para toda la familia si uno de sus miembros era señalado por las fuerzas de seguridad o por las fuerzas vivas del pueblo que incluían al funcionario municipal, al boticario, al maestro y al cura que pasaba lista en misa.

A finales de los 70, resultó que el funcionario municipal lucía una bandera verdiblanca en la solapa, que el boticario publicaba artículos en la prensa ensalzando la democracia, que el maestro leía poemas de Blas de Otero en clase y que el cura fue trasladado a una aldea por ceder el salón parroquial para reuniones sindicales. En su guarida, hienas y lobos lamentaban la Constitución recién aprobada, apretaban los dientes por la legalización del PCE y ponían sus garras esperanzadas al servicio de Fraga, Blas Piñar o Juan Carlos I.

En apariencia, no pasó nada y, poco a poco, la calle entró en una nueva normalidad, aunque los muy mayores seguían advirtiendo de esos peligros que sólo su experiencia pasada y reciente era capaz de percibir en el ambiente juvenil del posmodernismo, una época de euforia social, política, económica y cultural. “¡Cuidado con esos, aunque parezca que no están!” era una de las advertencias que movían a risa cuando no eran desoídas. Los mayores tenían miedo mientras España bailaba al calor del amor en un bar.

Han pasado más de cuarenta años y, desde hace unos veinte, desde que Aznar exigió una derecha sin complejos, los supervivientes de la posguerra sienten el bocado amargo de la historia reciente en sus memorias y su presente. ¿Una derecha sin complejos? “Sí –decían los mayores–, Fraga vive, el dictador no ha muerto” y las nuevas generaciones los miraban como a juguetes averiados, como a viejos cascarrabias que chochean en su ocaso, vencidos por un mundo globalizado invadido por las nuevas tecnologías.

Aquellos mayores de los 70 han muerto o están desactivados y los jóvenes de los 80 están descubriendo en 2023 que los peligros eran reales, que la derecha sin complejos ha pervertido la palabra Libertad y amenaza con dinamitar los cimientos de la Democracia. Sin complejos ondean los trapos de la dictadura, se oyen proclamas de la dictadura, se incita a la rebelión ciudadana, se reclama la sedición de los cuerpos de seguridad y se exhiben fuegos y adoquines como argumentos para el odio profundo heredado de la dictadura.

Los de Abascal y los de Ayuso, los de Aznar, los de Fraga, el neofranquismo, están ahí, en las calles, llamando a incendiar España como Nerón, como Hitler, para culpar a cristianos, a judíos, a las víctimas. Ya lo están haciendo. El odio a catalanes y vascos ha prendido en una población, narcotizada por la derecha mediática y la militancia extremista de la Justicia, con un único objetivo: que no gobierne en España nada que no sea la derecha. Ya han señalado un culpable de su violencia y sólo esperan una víctima mortal.

La extrema derecha de Abascal y la radical de Ayuso están abrazando el terror como estrategia para conseguir lo que las urnas les niegan. Dan miedo, mucho, pero más miedo da el apoyo al extremismo radical y violento por parte de la masa manipulada a la que no parece importarle repetir el capítulo más negro de la historia de España. La juventud, como en los 80, desdeña el peligro, desoye las advertencias y no quiere oír hablar de conocer la historia, sólo parece preocupada por las redes sociales y el reguetón. Da miedo.

Pepe Morales

LIBERTAD SIN IRA Y SIN MIEDO, LIBERTAD, por Juan Antonio Luna García

Fall of the Berlin Wall  - standing on the wall muro de berlínEn 1976, en plena Transición, Jarcha nos cantaba ¡Libertad, libertad, sin ira y sin miedo, libertad! Casi 50 años después es necesario volver a oír el canto del Pueblo porque vivimos los peores momentos de nuestra democracia, mucho peores que el 23F. El Golpe es mucho más contundente y mantenido en el tiempo: no durará días, sino años, porque no se hace desde fuera de las instituciones sino desde dentro: nada menos que desde el Gobierno de la Nación. Las iniquidades van un paso por delante de todas las personas de bien; las infamias, la inmoralidad y la injusticia están instaladas en el poder. Se trata, por tanto, de un autogolpe de estado. La peor traición se ha consumado.

 

El ominoso pacto entre el PSOE y los independentistas xenófobos proclama que quienes en Cataluña actuaron contra la democracia, contra la Constitución; quienes robaron dinero de todos; quienes practicaron la corrupción; los que hirieron a policías; quienes incendiaron las calles y crearon un ambiente irrespirable en persecución y acoso de personas honestas, sólo por sentirse españoles y expresar una opinión política distinta; lo hicieron bien. Hicieron lo correcto.

 

El mismo pacto decide que el Estado al aplicar el artículo 155 en defensa de la convivencia y de la Constitución, que los jueces, los fiscales y los policías, y todos quienes defendimos la legalidad, lo hicimos mal; que cometimos abuso. Eleva, por tanto, lo ilegítimo a la categoría de moral, y convierte la legalidad democrática en ilegítima. La consternación es absoluta.

 

El acuerdo abre la puerta a revisar sentencias y a juzgar a magistrados, jueces y fiscales por haber cumplido con su obligación al aplicar la ley. La abre a que debamos indemnizar a quienes delinquieron por cometer atrocidades. Hace una transferencia de rentas salvaje, bienes y derechos en favor de criminales condenados o fugados. Abre igualmente la puerta a un referéndum de autodeterminación. Lo que no cabía en la Constitución según todos los socialistas, parece que empujando con suficiente ardor y deseo de mantenerse en el poder ya va cabiendo. La mentira es colosal, la desvergüenza apoteósica.

 

El ataque al Estado de derecho es de tal envergadura que hace desaparecer la seguridad jurídica, la igualdad ante la Ley y la separación de poderes, pilares básicos de una democracia; parapetándose descaradamente en el resultado de las elecciones del 23J, en las que no sólo nada de esto estuvo sometido a debate, sino que explícitamente y en voz alta se negaba desde el Gobierno. El engaño y el latrocinio son insoportables.

 

Cuesta respirar. La humillación que un partido hasta ahora básico en la etapa democrática reciente de nuestro país está infligiendo a España es monstruosa, y todo por el beneficio personal de su líder y de sus gerifaltes; porque no hay nada de «progresista» en la complicidad del Gobierno con el racismo, la violencia y la corrupción, todo lo cual fue inherente al proyecto separatista catalán. Todos unos desalmados.

 

Pedro Sánchez, un déspota al que sólo le falta asomarse al balcón, como hizo Nerón, y ver arder a Roma; junto a este PSOE, están alcanzando cotas de indignidad inéditas en nuestra historia democrática, sólo comparables a la felonía perpetrada por Fernando VII en el siglo XIX. El PSOE apesta a traición, cualquier socialista digno, con mínima ética personal, debe abandonar el partido de inmediato.

 

En España se abre un periodo de absolutismo feroz y sombrío. La degradación y prostitución de las instituciones instala un «procés» español que terminará convirtiéndose en dictadura con el paso de los días, los meses, los años. Porque si un partido controla el poder ejecutivo el legislativo y el judicial, eso es dictadura. Si, además, alguien con carnet del partido controla la Fiscalía, eso es dictadura. Si se reprimen desde el poder las libertades individuales, eso es dictadura. Si se premia a los corruptos y se persigue a los justos, eso es dictadura. Si los votos están por encima de las leyes, eso es dictadura. Así mueren las democracias.

 

Hoy, 9 de noviembre, aniversario del derribo del Muro de Berlín (cuyo nombre real era «Muro de Protección Antifascista», ¡lo que ya apuntaba…!), se levanta otro muro que convierte en fúnebre e irrespirable nuestra joven democracia. Un muro que separa lo moral de lo legítimo. Un muro que premia a los delincuentes en perjuicio de la gente de bien. Un muro que separa a los ciudadanos y comunidades autónomas en categorías de primera y de segunda. Un muro que aísla la Libertad desmantelando la democracia constitucional. Un nuevo muro de la vergüenza, pero éste de una vergüenza muy cercana que pasará a la historia negra de nuestro país.

 

Y lo peor es que todo parece un caos planificado por unos cobardes que desprecian a los ciudadanos y los usan como material de derribo y cambalache.     

 

«Un pueblo que acepta pasivamente la corrupción y los corruptos no merece libertad, merece la esclavitud. Un país cuyas leyes son indulgentes y benefician a los bandidos no tiene vocación de libertad. Su gente es esclava por naturaleza», Nicolás Maquiavelo.

Juan Antonio Luna García

GOBIERNO NO DEMOCRÁTICO (I), Fernando M. García Nieto

gobierno no democratico“El hombre nace libre, pero en todas partes está encadenado”, Jean Jacques Rousseau, 1762. Según la ONG norteamericana Freedom House, el 60% de la población mundial vive en sociedades “parcialmente libres” en las que en teoría existen libertades personales y derechos democráticos, pero no están institucionalizados y se hallan sujetos a restricciones, y en sociedades “no libres”, donde la ciudadanía apenas tiene libertades civiles ni tampoco oportunidades de participación política.


    Cuando acabó la Guerra Fría, en los noventa, muchos supusieron que el futuro se caracterizaría por una oleada de democracias liberales. Francis Fukuyama llegó a vaticinar “el fin de la historia” en su convencimiento de que el sistema democrático occidental se mostraba como el vencedor global en el ámbito ideológico. Pero en los últimos años el gobierno no democrático ha mostrado su capacidad de adaptarse y prosperar.


    Como concepto, el gobierno no democrático es una categoría residual, un grupo de elementos diferenciados no necesariamente iguales, todos aquellos regímenes que no son democracias, hasta el punto de que ciertos regímenes no democráticos se asemejan más a democracias que a otros regímenes no democráticos. Esta diversidad de formas de organización política se traduce en la proliferación de términos que se utilizan de forma indiscriminada, como autocracia, oligarquía, dictadura, tiranía, etc.


    Los estudiosos de la ciencia política suelen definir los regímenes no democráticos como aquellos que están controlados por un pequeño grupo de individuos que ejercen el poder sobre el estado sin ser constitucionalmente responsables ante la ciudadanía, es decir, que los ciudadanos no tienen un papel significativo en la elección o destitución de los líderes del país, y estos a su vez disponen de un amplio margen para “dictar” al pueblo sus políticas y sus leyes.


    Los regímenes no democráticos abarcan todo el espectro de niveles de riqueza y modernización. No existe correlación clara entre el nivel de pobreza y el tipo de régimen, aunque no se puede ocultar que la mayoría de los países del mundo con un PIB per cápita de más de 20000 dólares son democracias.  


    Es habitual que los críticos de este gobierno utilicen el término “régimen” en sentido peyorativo y acompañado de un adjetivo derivado del nombre de un determinado líder, como por ejemplo “régimen castrista” en Cuba. Quizás lo hagan así porque consideran que todas las decisiones emanan del propio gobernante sin apenas restricciones impuestas por las instituciones políticas. El líder es el régimen.


    Pero ¿cuáles son los orígenes y las causas de los gobiernos no democráticos? No existe una explicación única o dominante, y la capacidad explicativa de cualquier teoría se ve limitada por el espacio y el tiempo. Pretendo explicar, en sucesivas entregas, algunos de los factores que influyen en la instauración de los regímenes no democráticos o autoritarios. Comenzaremos por el proceso de modernización de las sociedades.


Hay una máxima en ciencia política: “sin clase media no hay democracia”. Sabemos que con la modernización las sociedades se vuelven más urbanas, cultas y políticamente sofisticadas, condiciones básicas catalizadoras de la democracia. Por tanto, las sociedades pobres y poco desarrolladas tienen menos probabilidades de ser democráticas. Esto lo podemos explicar por el papel de la clase media.


Una clase media urbana culta y capaz de formular y promover intereses políticos, sociales y económicos concretos, genera con ello demandas de democracia a las élites. La ausencia de una clase media se traduce en una polarización entre los pocos individuos que ostentan el poder, las élites, y el conjunto de la población tímidamente organizada. La modernización es necesaria para desarrollar una clase media como la descrita.


Sin embargo, muy a nuestro pesar, en la modernización también está la semilla de un gobierno no democrático. La modernización puede convertirse en un proceso desestabilizador y desigual.


Imaginemos un país en desarrollo. Las áreas urbanas pueden experimentar una transformación “repentina” de sus normas e instituciones mientras las zonas rurales se quedan atrás, y algunas personas disfrutarían de innovaciones tecnológicas, teléfonos móviles y acceso a internet, infraestructuras, carreteras y escuelas, al mismo tiempo que otros individuos carecerían de esas ventajas.


Los cambios perturbadores de las instituciones económicas, como el paso de un sistema agrario a un sistema industrial, y los cambios en las instituciones sociales, como las transformaciones en las relaciones de género y el aumento del laicismo, pueden generar inestabilidad en una sociedad.


La modernización puede también tener una tendencia regresiva provocando el aumento de la inflación o el desempleo, perjudicando a la clase media, debilitando el desarrollo económico y desestabilizando el orden social y político.


Cuando un número suficiente de personas se sientan desorientadas, desubicadas o decepcionadas por el cambio de su sociedad, pueden surgir movimientos y líderes políticos que prometan restaurar el orden o acabar con la desigualdad. Estos movimientos pueden llegar a derribar un régimen democrático si este parece incapaz de resolver las tensiones o evitar los peligros que trae consigo la modernidad.


Para acabar quiero señalar la paradoja de que esos movimientos no democráticos suelen estar impulsados por los beneficiarios directos de la modernización y la propia democracia, que ahora han adquirido las herramientas organizativas e ideológicas necesarias para articular una alternativa política al statu quo.

Fernando M. García Nieto
 

GOBIERNO NO DEMOCRÁTICO (I) 

GOBIERNO NO DEMOCRÁTICO (II) 

GOBIERNO NO DEMOCRÁTICO (III)

GOBIERNO NO DEMOCRÁTICO (IV)

GOBIERNO NO DEMOCRÁTICO (V)

AMNISTÍA Y PEDRO SÁNCHEZ, por Antonio Sánchez Villatoro

pedro sanchezEl 16 de febrero de 1936, el FRENTE POPULAR ganó las últimas elecciones que se celebrarían durante la Segunda República antes del golpe de Estado. El Frente Popular estaba compuesto por:  Izquierda Republicana, Unión Republicana y el Partido Socialista, en representación del mismo y de la Unión General de Trabajadores; Federación Nacional de Juventudes Socialistas, Partido Comunista, Partido Sindicalista, Partido Obrero de Unificación Marxista.

 

El primer punto del Programa Electoral del Frente era:
1.º A "conceder por ley una amplia amnistía de los delitos politicosociales cometidos posteriormente a noviembre de 1933, aunque no hubieran sido considerados como tales por los Tribunales. Alcanzará también a aquellos de igual carácter no comprendidos en la ley de 24 de abril de 1934"

.
Evidentemente, la mayoría de los españoles habían aprobado democráticamente la concesión de la Amnistía. En consecuencia, se promulgo un Decreto-Ley.


El Decreto-Ley fue aprobado por la Diputación Permanente, presidida por Santiago Alba. Los propios diputados de la CEDA  (Confederación de Derechas Autónomas) votaron favorablemente.


Siendo inequívoca la significación del resultado de las elecciones a Diputados a Cortes en cuanto a la concesión de una amnistía por delitos políticos y sociales, en favor de la cual se ha pronunciado la mayoría del Cuerpo electoral, de acuerdo con el Consejo de Ministros, a propuesta de su Presidente y previa la aprobación de la Diputación Permanente de las Cortes, "Vengo en disponer lo siguiente: Artículo único. Se concede amnistía a los penados y encausados por delitos políticos y sociales. Se incluye en esta amnistía a los Concejales de los Ayuntamientos del País vasco condenados por sentencia firme. El Gobierno dará cuenta a las Cortes del uso de la presente autorización".

En el Programa Electoral de D. Pedro Sánchez, de las elecciones celebradas el 23 de julio pasado, no figura ningún punto con referencia a AMNISTÍA. Hasta en cuatro ocasiones, Pedro Sánchez se mostró contrario a una ley de Amnistía «por convicción personal y política» y porque «la Constitución no reconoce el derecho a la segregación».

En la pasada legislatura, los letrados del Congreso rechazaron por inconstitucional la ley de Amnistía que registraron los grupos independentistas catalanes, ya que esta ley «no tiene cabida» en la Constitución. Los socialistas se mostraron satisfechos con esta resolución de los letrados de la Cámara, a la cual se adhirieron e hicieron suya.

La última vez que Sánchez aseguró que no habría amnistía ni referéndum de autodeterminación fue tan solo tres días antes de las elecciones generales del pasado 23 de julio. Las declaraciones del presidente del Gobierno fueron realizadas, tanto en las dos Cámaras de representación, el Congreso y el Senado, como en los platós de La Sexta, en el programa 'Al Rojo Vivo' de Antonio Ferreras.

Y ahora se cambia de opinión y se inventan una consulta a las bases, cuando todo socialista sabe que las bases solo tienen un derecho: pagar la cuota. Parece que el resto de los españoles no tienen nada que decir.

En Lucena:
Los presuntos “sanchistas” locales, que antes eran hipotéticos “susanistas”, reverenciando al Superior Secretario General de la Agrupación Local, o por decisión propia, hacen campaña y se adhieren a su “jefe” y a sus cambios de opinión (Cambiar de opinión sí pero "no todos los días". "Rectificar es de sabios y de necios hacerlo a diario") para mantener en el sillón a D. Pedro  Sánchez Pérez-Castejón por el “bien de España”  y por “un gobierno de progreso” ¿Son progresistas JUNTS y PNV? ¿Se estaría hablando de amnistía si los votos de Junts no fueran imprescindibles para la investidura de D. Pedro Sánchez?

Antonio Sánchez Villatoro

Nota. Mi voto, como militante del PSOE y como SOCIALISTA ha sido NO.

Destacados

Lucena Digital

Prensa independiente. Lucena - Córdoba - España

Aviso Legal | Política de Privacidad | Política de CookiesRSS

© 2024 Lucena Digital, Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción total o parcial sin autorización