Vota al muñeco, por Pepe Morales

candidato robotLa peluca de pelo natural bien fijada, las articulaciones engrasadas, la ropa impecable, tan sólo falta que se seque la fina capa protectora aplicada a manos y cara. Más tarde vendrá la prueba más comprometida: la de los chips que transmiten a la piel artificial de las manos y los rasgos faciales palpitaciones que imitan a las de un organismo vivo. El equipo está satisfecho después de que una delegación del partido haya sido incapaz de distinguir al muñeco del candidato, incluso el responsable de campaña ha visto mejor al primero.

Hace años que a las elecciones generales se presentaban candidatos biónicos. En todos los partidos, los aparatos proponen un perfil que la corte de barones se encarga de diseñar a partir del estudio de los metadatos compilados por bots en redes sociales y por las cookies insertadas en todo tipo de páginas y portales de internet. La implementación del candidato final es producto de la sinergia derivada de la interacción entre la secretaría informática, la secretaría de comunicación y los diferentes lobbies donantes de cada partido.

La resistencia de los supervivientes políticos de la transición, momias de mucho peso aún en el siglo XXI, es grande al desconfiar de una tecnología que desconocen. En dos lustros, los resultados del método algorítmico han disipado dudas al ver que candidatos mediocres, con dificultades para pensar y carencias comunicativas, ganan comicios en el mundo (Trump, Bolsonaro, Melloni, Milei…) y en España (Ayuso, Almeida, Feijóo, Rueda…). Desde entonces, la fabricación de androides electorales es prioridad absoluta para los partidos.

La vieja política se ha rendido a la evidencia. La Inteligencia Artificial, muy superior a la humana, baja a mínimos su potencial para adaptarse a la demanda del electorado de la generación Y y de la Z, con mensajes miméticos de la banal superficialidad del reguetón y apoyados en un potente aparato publicitario. Sencillos ripios pegadizos de colegio, “Que te vote Xapote”, y picardías adolescentes, “Me gusta la fruta”, bastan para atraer el voto de una sociedad infantilizada y entregada al consumo impulsivo sin análisis ni reflexión.

Al excesivo uso del infantilismo, los metadatos aconsejan añadir letales dosis de crueldad que unen las pulsiones infantiles y juveniles al sectarismo ideológico de las nostalgias autoritarias, recuperando así viejos instrumentos de odio para la dominación como el machismo, la misoginia, la homofobia, el racismo, la aporofobia o el pensamiento único. El mundo vota tiroteos indiscriminados, feminicidios, acoso y agresiones a homosexuales y a extranjeros, muertes en el Estrecho, censura en la cultura o genocidios como el de Gaza.

Tal vez se trate de una premonición ignorada de la degradación electoral y social el hecho de que durante 40 años se haya votado y se vote indistintamente al PP y al PSOE, dos formaciones de acreditado currículum corrupto y notable desprecio a las necesidades de sus votantes. 40 años en los que ha desaparecido la prensa ética e independiente casi totalmente. 40 años en los que la Justicia ha desempolvado su vieja práctica inquisitorial y sus varas de medir. 40 años para sumar en el olvido a los 40 anteriores, y van 80.

Los muñecos electrónicos del PP sacan ventaja a los del PSOE gracias a la experiencia adquirida de las enseñanzas de Steve Bannon que Miguel Ángel Rodríguez ha rentabilizado para Ayuso y, por extensión, todo el PP. Se mueven como pez en el agua entre logaritmos, con una legión de troles que aplican el viejo decálogo de la manipulación escrito por Joseph Goebbels. Viejas y nuevas tecnologías coinciden en fines y logros: manipular y conseguir votos para sus marionetas. Con Rueda, muñeco inacabado, lo han vuelto a conseguir.

Pepe Morales

Aparcamientos, por Pepe Morales

parkingA comienzos de los 80 llegaron las primeras zonas azules a España y, desde entonces, se han extendido como una metástasis por capitales de provincia y cualquier aldea con ínfulas de ciudad. Bajo las siglas ORA (Ordenanza Reguladora de Aparcamiento), en los centros de las ciudades han florecido postes azules con ranuras para meter el dinero que unas líneas azules en la calzada obligan a pagar a quien aparca. Más o menos lo que hacían a los viajeros el Tempranillo en Sierra Morena o Tragabuches en la Serranía de Ronda.

Es proverbial la avidez de las administraciones y su capacidad para exprimir los bolsillos. Quien posee un vehículo en propiedad está obligado a pagar al Ayuntamiento un Impuesto de Circulación por moverlo en la vía pública. La ORA es una tasa a pagar por la misma persona cuando detiene el susodicho vehículo, con el agravante de discriminar al ciudadano en función de la zona donde aparca. Y, si se aparca en una zona de titularidad privada, una cochera, otro impuesto permite mantener el acceso despejado para poder entrar y salir.

La adicción al vehículo privado se asemeja a la de sustancias como el alcohol y el tabaco: perjudican gravemente la salud y al medio ambiente, son irrenunciables, se utilizan de forma inconsciente y son un productivo nicho de recaudación para las Haciendas. No queda lejos la imagen dominguera de alguien embutido en un chándal impoluto, un cigarrillo en la boca, gafas de sol, gorra de propaganda y zapatillas de casa, haciendo cola en el kiosco de la prensa con el coche al ralentí, a pocos metros, esperando para ir a comprar churros.

El liberalismo propugna la no intervención del Estado y eliminar impuestos para favorecer el libre mercado, salvo si los impuestos se trasvasan a una empresa privada, como sucede hoy en Andalucía con la Sanidad, la Educación y el aparcamiento. Los casos de Lucena y Granada ilustran sobre cómo gobiernan Bonilla y los suyos a favor de la iniciativa privada y en contra del interés general de la ciudadanía. En campaña electoral, el Partido Popular prometió bajar impuestos, sin especificar que sólo lo haría a los ricos, peeero…

En Lucena, recién estrenada la alcaldía, el alcalde Aurelio (PP) dejó sin efecto la zona azul en las dos medias calles del pueblo donde funcionaba [aplausos] poco antes de anunciar que el aparcamiento municipal subiría sus tarifas un 34% el importe por hora y un 20% el abono mensual [pitos]. A las dos o tres semanas de anunciar públicamente la construcción de dos aparcamientos, una multinacional, de apellido “Concesiones”, ha presentado un detallado proyecto de más de 450 páginas. ¿Es eficacia o se está fraguando un pelotazo?

En Granada, la alcaldesa Marifrán (PP) (también prometió bajar impuestos) se ha estrenado ampliando las 3.135 plazas de zona azul en 1.560 más y duplicando el número de terrazas en la vía pública. La ORA afectará al Parque Tecnológico de la Salud perjudicando a los usuarios del Hospital y de las facultades universitarias allí ubicadas. El aparcamiento del Hospital, el más caro de Granada, nunca está ocupado del todo mientras los usuarios dan vueltas buscando plaza exenta de pago, perdiendo el tiempo y contaminando.

La ORA y los aparcamientos no son considerados Servicios Públicos sino negocios explotados en régimen de “Concesión” por empresas que, como la banca en los casinos, siempre ganan, jamás pierden. La colaboración pública y privada es un reparto trucado, beneficio privado y pérdidas públicas, gracias a la abundancia de cláusulas leoninas en los contratos firmados para estos casos. Por ejemplo: “...de no alcanzarse la ocupación mínima establecida del aparcamiento, el Ayuntamiento cubrirá la diferencia con fondos propios…”.

Pepe Morales

Con la muerte de Isabel Mijares, Moriles y Montilla pierden a una gran valedora

isabel mijares vino montilla moriles vino en ramaEl mundo de la enología no solo ha perdido a una importante  y famosa señora, Isabel Mijares,  la dama del vino español, sino también a toda una referencia de talla mundial por su formación y  su trayectoria profesional.


Se ha destacado de ella que fue una mujer pionera, transgresora y adelantada a su tiempo en muchos aspectos; profesionales: primera enóloga de España, primera mujer presidenta de una Denominación de Origen, la de Valdepeñas, etc., personales: de joven viajó por toda Europa y fumó puros o era capaz de rubricar compromisos rompiendo contra el suelo la copa de vino que tuviera en la mano.


Era licenciada en ciencias químicas por la universidad complutense de Madrid y doctora en enología por la universidad de Burdeos, información que extraigo de su curriculum que me hizo llegar para su presentación como una ponente más con motivo de su participación desinteresada en la Jornadas Técnicas de Moriles de 2022.


A lo largo de su intensa vida, toda ella dedicada en cuerpo y alma al vino, creó, dirigió, fundó, participó o presidió, como sabemos, innumerables proyectos, cursos, concursos, etc., en todo el mundo. Tuve el honor y la satisfacción de que contara conmigo en varias ediciones para el jurado del Concurso de Vinos del Real Casino de Madrid que creó hace poco tiempo.


Mi relación personal con Maribel se inició hace muchos años siendo yo estudiante cuando me inscribí en un curso de cata que impartió en mi escuela de ingeniería. En ese tiempo supe ya que se trataba de una mujer excepcional, rompedora, una profesional de renombre, muy respetada en el ámbito de la enología europea de donde procedía tanto su saber como su mentalidad abierta.


Yo cato vinos, quiero decir que me atrevo a hacerlo, por Isabel Mijares. Se lo debo a ella. Había estudiado enología y viticultura pero ese curso me marcó, fueron sus enseñanzas, su ejemplo y su pasión que derrochaba por los vinos lo que me dejó ese sello que con el tiempo retomé.


Nos contaba de manera divertida, cómo su familia en su casa, le decía que “parecía una pachona” porque iba todo el rato olfateando todo a su paso.


Un catador o catadora, un buen catador o buena catadora, si quiere serlo, tiene que ser un perro pachón, está claro. Lo dijo Isabel Mijares.

Después de muchos años nos volvimos a encontrar con motivo de las celebraciones de FENAVIN a las que acudía puntualmente, la mayoría de las veces como protagonista para compartir toda su experiencia con altruismo, energía y la vitalidad que le caracterizaba.


Fue todo un honor para nosotros que un día aceptara el nombramiento de Embajadora que otorga el Ayuntamiento y la Asociación de Bodegas. Desde ese momento su entrega y apoyo ha sido continuado. Se preocupó siempre de mostrarnos caminos y formas para que nuestros vinos y los de la zona estuvieran presentes en eventos de interés para nuestras bodegas y lagares y para Montilla Moriles. Nos aconsejaba y nos alentaba en todo momento.
Conocía bien nuestra Denominación de Origen, tanto a los vinos como a las personas destacadas, a las que aportan y a las que no.

M.ª Isabel era una persona culta, educada, amena, comprometida, sincera y clara y se declaraba conservadora y feminista a tope. Era capaz de abordar cualquier tema por comprometido que fuera con sabiduría, inteligencia y humor. Le gustaba contar anécdotas para ilustrar sus comentarios.


Su vida profesional se desarrolló muchas veces en un ambiente masculino y lidió con las altas esferas por sus cargos y su figura. Maribel sabía estar, con amigos y con no afines con los que podía crear  complicidad para llegar a acuerdos con la finalidad de llevar a cabo proyectos de interés común.


De esta manera, no dudó, en apoyar en contra de algunos ortodoxos, con su testimonio y su presencia el nacimiento de la Asociación Vino en Rama Moriles y Montilla.


Siempre activa e incansable, hace tan solo unos meses nos proponía la celebración este año del Congreso Nacional de las Mujeres del Vino en nuestra tierra.

El mundo de la enología ha perdido una enorme luz y Montilla Moriles a una gran valedora que proponía y apoyaba cambios y mejoras en nuestra D.O., para nuestro progreso y actualización.

Nuestro mayor reconocimiento y gratitud.

Descanse en Paz


Cristóbal Luque V.

Asociación de Bodegas de Moriles
Asociación Vino en Rama

Educación para la economía, por Pepe Morales

educacion economia lucenaSe debería considerar la obligatoriedad de la educación en economía. Desde preescolar, sí, esa etapa de la vida en que las personas son esponjas que lo absorben todo con increíble facilidad. Si es la mejor edad para el aprendizaje de idiomas, ¿por qué no economía? La economía integra los códigos inexcusables de la ética con los prescindibles de la doctrina. Se comenzaría, por ejemplo, inculcando las excelencias de “lo mío”, la bondad de lo individual, frente a los peligros que acechan agazapados bajo “lo nuestro”, lo común.

Hasta llegar a los grados de Administración y Finanzas, la infancia y la juventud tendrían la oportunidad de aprender los rudimentos necesarios para hacer frente al principal reto de la vida: nadar entre tiburones y pirañas. No basta con saber leer, escribir y las cuatro reglas, como decían los abuelos en la posguerra, suficiente para hacer frente a la hambruna y sobrevivir con dignidad en la dictadura, hay que conocer y manejar los códigos lingüísticos y sociológicos que usan los mercados para mantener a la humanidad en la esclavitud.

Hasta hace un siglo y poco, había seres humanos con cadenas trabando sus pies y látigos lacerando sus espaldas al servicio de quienes, así, generaban riqueza y creaban puestos de trabajo. La sociedad adquiría los productos procedentes de estas prácticas pensando cada cual en “lo suyo”, nunca en “lo nuestro”, en lo barato que era su consumo para el bolsillo, nunca en el coste para la salud, la dignidad y las condiciones de quienes los producían. Es histórico y universal lo de mirar hacia otro lado y ver al trabajador como herramienta.

Desde la Revolución Industrial, los trabajadores han luchado para sacudirse la esclavitud de la única manera posible: pensando en “lo nuestro”. Los logros conseguidos de tal manera por los trabajadores a finales del siglo XIX y a lo largo del XX beneficiaron a todos, incluso a quienes no apoyaban las movilizaciones por no considerarlas “lo mío”: Comisión de Reformas Sociales (1883), Ley de Accidentes de Trabajo (primer seguro social en 1900), Instituto Nacional de Previsión (1908), jornada de 8 horas diarias (1919), etc., etc.

Desde los 80, el neoliberalismo impulsado por Reagan y Thatcher centró todo su potencial propagandístico y todos sus recursos en potenciar el individualismo, “lo mío”, y desactivar lo colectivo, “lo nuestro”, coincidiendo con el proceso de descomposición de la URSS. España, ocupada entre acabar de sacudirse la dictadura y vivir el carpe diem de la posmodernidad, no quiso ver lo que sucedía laboralmente a americanos y a británicos a raíz de las reformas de la demencia neoliberal encaminadas a demoler el estado del bienestar. Así seguimos.

Las redes sociales, educadoras de facto de infancia y juventud, están formando un terrible ejército de “yos” que repudian el “nosotros” al grito de “que se jodan los demás”. Parte de esa formación se centra en el odio a los sindicatos, el “nosotros” laboral, para que, como antaño, los esclavistas hayan conseguido que estas generaciones digitales consuman por encima de sus posibilidades en internet sin querer ver las pésimas condiciones laborales de quienes generan la riqueza que amasan las empresas con insaciable codicia.

La educación financiera facilita comprender por qué cuando peor va la economía personal, mayor beneficio obtienen la banca y la especulación y por qué cuando a ellas les va mal, a la ciudadanía le va peor. Parece populismo, pero es lo que ven los ojos, lo que escuchan los oídos y lo que se intenta ocultar a la opinión pública. Mientras muchas personas tienen, aun trabajando, serias dificultades para acceder a una vivienda o comer de forma sana, la banca obtuvo 26.000 millones de beneficios en 2023 y los mercados por el estilo. Es “lo suyo”.

También tiene cabida en la Educación de Adultos, para facilitar la identificación (por ejemplo a muchos agricultores) de quién se apropia de la riqueza que genera el campo y es causa de su ruina: los Mercadonas (a no ser que la tractorada sea ideológica). O al pensionista que odia a quienes le actualizan la paga y vota a quienes se la congelan. O al usuario de la Sanidad Pública que vota a quienes la deterioran para privatizarla. O a quien, explotado, vota a quienes legislan para su explotador. Todos con el “yo”, todos contra el “nosotros”.

Pepe Morales

Saga Bond: Sean Connery (I), por Julián Valle Rivas

agente 007 contra el doctor noReunió Sean Connery, en su sola persona, la catedralicia presencia en pantalla, fagocitaria e hipnotizante, y el alígero declive físico, apabullante y canceroso. Pocos actores positivaron la humanidad pluscuamperfecta entre el encuadre del fotograma, en el orden de Paul Newman, y sublimaron de la juventud a la madurez, sincopando o recortando los veinte o veinticinco años de adultez de su biografía, a la manera de Marlon Brando. Sean Connery pasó de los treinta y cinco a los cincuenta y cinco o sesenta años como el que cruza un pliegue temporal en el que envejece el sujeto de la singularidad y no el espacio que pasa a ocupar. Pero, al contrario que Brando, Connery no reapareció inflado de carnalidad borrascosa y enloquecido de excéntrica decrepitud, sino que lo hizo rutilante de vigor y prodigioso de proyección, con su cabello canoso y raleado hasta la extenuación suplida de pelucas diseñadas por la producción, y su bigotazo o su barba recortada para la divinidad.


    Con las más variopintas profesiones hubo de lidiar Sean Connery durante aquellos duros años previos y posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Llegó a ascender en los pintorescos mundos del culturismo, ganando algún rédito en una categoría del concurso de Mister Universo, y a tocar balón en algún equipo de fútbol menor, labores que emprendió adentrado ya en la veintena, demasiado tarde para soñar con una rentabilidad profesional. Jugando su suerte en la interpretación, una sucesión de papeles en la segunda mitad de los cincuenta, su consolidado porte treintañero y las credenciales firmadas por Terence Young le valieron la confianza de Harry Saltzman y Albert R. Broccoli para encarnar, en el celuloide, al personaje ficcional creado por Ian Fleming: James Bond, el Agente Secreto 007, siempre al servicio de Su Majestad… Y, debido a ello, aquí me tiene, cinéfilo lector.


    «Agente 007 contra el Dr. No» (1962) fue la prueba de fuego de una planificación proyectada a largo plazo, con el escrutinio del escritor todavía pululando por el entorno. Se institucionalizaron, en este filme, las ideas de unos créditos iniciales a la par estrambóticos y sofisticados, un necesario acto introductorio, el disparo de Bond observado a través del cañón de una pistola, el flirteo nunca consumado con Moneypenny y el tema principal, compuesto ahora para los créditos iniciales por John Barry. El famoso Q y sus ingeniosos artilugios no aparecerían hasta el siguiente largometraje. En esta primera, bastó con la imposición, por parte de M, de la Walther PPK.


    Portaba algún que otro título a sus espaldas, cuando a Terence Young se le encargó la dirección de la película, guionizada por Richard Maibaum, Johanna Harwood y Berkely Mather, que narra la misión de James Bond en Jamaica para investigar las muertes de un agente especial allí destinado y de su secretaria. Tras las habituales indagaciones en las cuales pone en riesgo su vida, los placenteros escarceos amorosos con la chica que lo seduce para traicionarlo, la feroz lucha a zapatazo limpio con una repelente y peligrosa tarántula, el rebuscado dispositivo delator sesentero del pelo de la cabeza pegado con saliva en las juntas de las puertas, la ejecución del secuaz de turno y conocer a Felix Leiter, agente de la CIA en la misma misión; Bond descubre que todas las pistas señalan a una extraña isla cercana, Crab Key, donde habita el misterioso multimillonario chino Doctor No y las visitas no son bien recibidas. Con Quarrel, un colaborador local, a los remos, arriban en la isla, se encuentran con la joven Honey Ryder (Ursula Andress), una comerciante de conchas, de quien 007 queda prendado, cómo no, al contemplar su salida del agua vestida con un bikini (icónica secuencia repetida y homenajeada en otras películas y en la propia saga), se las arreglan avispadamente para zafarse de los mercenarios paramilitares que protegen la isla para el Doctor y se enfrentan al carro escupe fuego, artimaña de No para espantar a los curiosos de la zona y que, por desgracia, mata a Quarrel. Convertidos en obligados invitados del malísimo Doctor No, éste hace acto de presencia para explicar al agente británico que pertenece a la portentosa organización SPECTRA (Sociedad Permanente Ejecutiva de Contraespionaje, Terrorismo, Rebelión y Aniquilamiento) y su malévolo plan, porque, en verdad, no puede resistirse a contárselo, a que su genio diabólico sea temido y aplaudido. Empleando una industriosa y novedosa máquina nuclear, pretende sabotear naves espaciales en órbita del Proyecto Mercury para causar el caos y dominar al mundo… Ahí es nada. El Agente 007 no puede permitir tamaña fechoría, por lo que, huido de sus vigilantes, se infiltra en la sala de control, obstaculizando la ejecución hasta arruinar el plan, destrozar la máquina, acabar con el Doctor No, salvar a Honey y escapar de la isla en un bote, sorteando el desbarajuste y la confusión generada en el personal del fallecido villano. Sin combustible, la pareja queda a la deriva hasta el rescate por Leiter y los marines. No obstante, Bond soltará la cuerda para disfrutar de un rato de intimidad con Honey.


    Será preocupación de la saga, sobre todo de los primeros títulos, el diseño de producción. No se escatimará recursos e imaginación no sólo en ambientar la acción en las localizaciones más idóneas, idílicas, incluso, sino que se acometerán los interiores con el esmero que cada escena merece, pues no es sencillo diseñar esas salas informáticas, cuasi futuristas, que han de surgir de una organización de la talla de SPECTRA o la multitud de asalariados que precisa para llevar a cabo sus planes. También debe ser loado este apartado por los tradicionales «gadgets» que suman la saga, icónicos para la posteridad.


    «Agente 007 contra el Dr. No» cuenta, además, con una interesante y digna aportación fotográfica y un reparto solvente, que se irá punteando de estrellas a medida que la franquicia vaya adquiriendo renombre. Sí chirría, hasta el repeluzno, la muy desacertada decisión de maquillar a Joseph Wiseman para dotarlo, insatisfactoriamente, de los rasgos chinos del personaje, desechando la opción de contratar a un actor de raza asiática… Eran, en fin, otros tiempos… Y no será la última vez, con idéntico resultado desastroso… Aunque habrá ocasión de narrarlo en una próxima entrega.

Julián Valle Rivas

Penélope y Hegel, por Pepe Morales

penelope hegel lucenaLa Humanidad, como Penélope, deshace por las noches lo que teje durante el día. La noche y el día, la luz y la oscuridad, son metáforas que ayudan a entender la Historia y el presente. Se conoce al XVIII como el Siglo de las Luces porque en él tuvo lugar la Ilustración que contribuyó al desarrollo de ideas basadas en la ciencia y la soberanía de la razón, en el racionalismo y el empirismo, como la libertad, la igualdad, la fraternidad, el progreso, la tolerancia, el gobierno constitucional y la separación de la Iglesia y el Estado.

El Siglo de las Luces dio carpetazo parcial a la Edad Media, conocida como la Edad Oscura, marcada por el estancamiento intelectual, el retroceso cultural, la ignorancia, la superstición, el inmovilismo, la guerra, el hambre, las enfermedades y la subyugación de los siervos y de la mujer. Progresismo y conservadurismo, luz y oscuridad, día y noche. Penélope teje y desteje un sudario para mantener a raya a los pretendientes de su trono, su hacienda y su lecho, por encima de su persona, mientras aguarda con esperanza el regreso de Ulises.

España, Europa y el mundo viven el acoso de pretendientes conservadores armados de antorchas cuya finalidad no es la de dar luz, sino la de encender hogueras donde ardan la razón, la ciencia y el progreso hasta su reducción a cenizas sin vida ni futuro. Hegel pareció teorizar el mito al establecer que un concepto (tesis) enfrentado a su opuesto (antítesis) da como resultado un tercero (síntesis); así, cabría interpretar la historia de la humanidad como la historia de la lucha de clases, el motor de todo cambio histórico.

En la realidad política actual, la dialéctica ha dejado de ser el arte de dialogar, argumentar y discutir (DRAE, 3) y dista mucho de ser un método de razonamiento desarrollado a partir de principios (4). Más bien, urgida por la necesidad de mostrar cierta capacidad de afrontar una oposición (5), ha acabado convertida en un continuo enfrentamiento apelando a algún tipo de violencia (6). La política está destruyendo el telar de Penélope con el convencimiento de que es la manera más rápida para hacerse con el trono y la hacienda.

Descartada la razón y ausentes los argumentos, la táctica conservadora es la violencia, por ahora verbal y postural, como medio para mitigar, tal vez apagar, el progreso y asaltar el trono custodiado por Penélope. A las derechas negacionistas les estorba la ciencia y desprecian la libertad, la igualdad, la fraternidad, la tolerancia y la constitución en una época en la que intentan evitar otra vez la separación Iglesia–Estado. En pleno siglo XXI, están a punto de atrasar el reloj del progreso hasta los años oscuros del medievo.

Lo he intentado. Infructuosamente he intentado comprender qué lleva a la derecha a plantear como objetivos que la sociedad no admita la igualdad entre mujeres y hombres, que no se permita a las personas amar en libertad o que se considere inferior a gente de otra raza o religión sin poder adquisitivo. Es fácil colegir que señalar como enemigos a colectivos más débiles es una forma efectiva de manipular a las masas para acceder al poder. Ya lo hicieron antes Hitler, Mussolini y Franco. Se llama fascismo y está aquí, ahora.

El anzuelo está petado de cebos: terrorismo, separatismo, amnistía, bandera, etc. desde que el Gobierno ha sacado al país de una epidemia, un volcán y una guerra sin devastar a trabajadores, empresas, familias y pensionistas como hizo la derecha durante la estafa de las hipotecas subprime de 2007–2010. A cualquier precio, evita el neoliberalismo hablar de eso, de la venta de lo público o de su corrupción: en vez de ideas, diálogo y debate (luz), imponen bulos, fobias, odio, arengas y manipulación, el argumentario de la oscuridad.

Pepe Morales

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